viernes, 22 de agosto de 2014

QUE PROFUNDA EMOCIÓN RECORDAR EL AYER

Ella se fijaba en los ojos de él, llena de esa vergüenza para mujer con educación primaria incompleta, que por déficit intencional no se aprendió el jingle "de noche y de mañanita", que promovía el uso de pasta dentífrica. Su vestido de popelina, hacía juego con las aguas verdes de una laguna bajo cuidado municipal. De él, el terno poseía el brillo cremoso de no haber tenido el privilegio de visitar una lavandería en sus dieciocho años de vida. Tomó las manos de ella, con esa naturalidad con que tomaba el martillo de albañil, para ponerla en los remos y clavarle en la frente su amor. Así, en botes pintados con franjas azules, amarillas, rojas, naranjas y negras, Nadia y Basilio, paseaban sus romances los domingos, surgían los pasos de quién pasaría por los talleres de la Escuela Industrial Quinta Normal y de la Agrupación Cultural Gestación, por los pasillos de la Universidad Técnica del Estado y del Estadio Nacional, por los canales de Venecia y del TV cable, sin que alguien se fijara en sus ojos.

Este microcuento recibio una de las 14 menciones honrosas en el concurso "Tenemos cuento" convocado por la USACH en Julio de 2014, como parte de las actividades conmemorativas de sus 165 años.

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